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Un cheesecake ligero con base crujiente, interior suave, con arándanos frescos y almendras crocantes alrededor. Sin harinas refinadas ni azúcares añadidos.
Precalienta el horno a 170 °C (340 °F). Engrasa ligeramente un molde desmontable o cúbrelo con papel para hornear.
Mezcla las almendras molidas, avena, aceite de coco y miel hasta formar una masa arenosa. Presiona la mezcla en el fondo del molde formando una capa uniforme.
Hornea la base 8–10 minutos hasta que esté doradita. Saca y reserva.
En un bowl, bate el yogur griego, los huevos, la miel, vainilla, canela y ralladura de limón hasta que quede una mezcla suave. Vierte el relleno sobre la base ya horneada.
Hornea 35–40 minutos o hasta que el centro esté casi firme pero ligeramente tembloroso. Apaga el horno y deja el cheesecake dentro con la puerta entreabierta 10 minutos para que no se agriete.
Deja enfriar completamente a temperatura ambiente. Decora con arándanos frescos en un lado y bordea el pastel con almendras fileteadas.
Refrigera mínimo 3 horas antes de servir (ideal toda la noche).